Cuando una civilización desaparece, la especie humana pierde parte de su alma. Este fue el destino de los taínos, pobladores de las Antillas Mayores y Bahamas cuando las tres célebres carabelas de Cristóbal Colón arribaron al “Nuevo Mundo”. Sin embargo, a pesar de los siglos transcurridos, su cultura y modo de vida están siendo pacientemente recuperados en la actualidad gracias a la persistente labor de arqueólogos, antropólogos e historiadores.
Mientras sabemos mucho de los mayas, aztecas e incas, conocemos muy poco de los taínos. Su cultura ha sido una de las grandes olvidadas. Es hora de deshacernos de la falsa imagen que de ellos se ha divulgado durante siglos, corregir el olvido y aprender cuanto sea posible de una civilización que era coherente, hermosa, sabia, progresista, tolerante, favorecedora del conocimiento científico, política y socialmente muy avanzada, y que fue capaz de hermanar a los habitantes de Jamaica, Cuba, Haití, República Dominicana, Las Bahamas, Boriquén (Puerto Rico) y parte de las Antillas Menores.
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