Siempre he dejado a las mujeres con ganas de mas... ... pero esta vez ella me estaba matando de hambre. Soy la pesadilla de los hombres en los callejones. Pistola en la cadera, puno americano, tatuado hasta las cejas, acento ruso. Mafioso, amante y la pesadilla de los agentes de la KGB. Cuando una mujer entra en mi cama, espero gritos, sudor y que ruge por no salir nunca. Aceptemoslo, no hay nada mejor que Nikolay Smirnov. Esa era mi vida. Vodka, balas y sexo. No habian motivos ni ganas de cambiar, pero entonces entro ella en el bar-tapadera de la mafia. Se me cayo el cigarro y, joder, hasta el palo de billar al suelo. Curvas de infarto, labios carnosos y, al tocarla, manos de seda. Hipnotizado de deseo, solo podia pensar en tenerla esposada a la cama gimiendo mi nombre. Y lo consegui. Lo que no sabia yo es que Stella estaba prometida a un tio de la mafia italiana. Atada a un matrimonio de conveniencia a la camorra, con un padre metido en politica internacional y corrupto hasta las cejas, me habia metido en un lio de los grandes. Sobretodo cuando descubro que Stella sabia perfectamente.
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